Seiscientos dólares por llorar en funerales
TAIWÁN.- Aunque a muchas personas de por sí les resulta difícil llorar, hay quienes lo hacen para ganarse la vida, ignorando toda controversia y señalamiento.
Liu Jun-Lin es contratada cada día para que llore en funerales de gente que no conoce, pero esto no es lo más increíble, las conocidas ‘plañideras’ aseguran que su profesión es producto de una antigua y larga tradición en Taiwán, cuya creencia parte de que el fallecido necesita una despedida ruidosa para llegar correctamente a la otra vida.
Mucho tiempo atrás, las mujeres solían trabajar lejos de casa, y el transporte era limitado por lo que, en repetidas ocasiones, no podían alcanzar el funeral a tiempo de quien fallecía, por lo que contrataban una “hija filial” en su nombre, o acompañar al resto de la familia. “En cada funeral al que asisto he de sentir que esa familia es mi familia”
Esta tradición no acaba con el llanto, en Taiwán acostumbran a equilibrar lo sombrío con lo enardecido y, al final del funeral, tienden a llorar en un tono más elevado; Jun-Lin lo combina con maniobras casi acrobáticas mientras que su hermano A Ji toca instrumentos tradicionales de cuerdas.
“En cada funeral al que asisto he de sentir que esa familia es mi familia, por lo que he de poner mis propios sentimientos en ello”, agregó. Aunque la tradición se ha disuelto altamente, la abuela y la mamá de Jun-Lin también solían ser plañideras, y debido a las necesidades económicas y el fallecimiento de sus padres, la joven se inició en el campo a la corta edad de 11 años.
Sin embargo, el negocio ha logrado desarrollarse, alcanzando un costo actual de seiscientos dólares por cada actuación. “También ayuda a la gente que no se atreve a llorar, porque todos lloramos juntos (…) No hay nadie en el norte de Taiwán que haga eso y está siendo más exitosos de lo que pensaba“, expresó.
Fuente: El intransigente
Mucho tiempo atrás, las mujeres solían trabajar lejos de casa, y el transporte era limitado por lo que, en repetidas ocasiones, no podían alcanzar el funeral a tiempo de quien fallecía, por lo que contrataban una “hija filial” en su nombre, o acompañar al resto de la familia. “En cada funeral al que asisto he de sentir que esa familia es mi familia”
Esta tradición no acaba con el llanto, en Taiwán acostumbran a equilibrar lo sombrío con lo enardecido y, al final del funeral, tienden a llorar en un tono más elevado; Jun-Lin lo combina con maniobras casi acrobáticas mientras que su hermano A Ji toca instrumentos tradicionales de cuerdas.
“En cada funeral al que asisto he de sentir que esa familia es mi familia, por lo que he de poner mis propios sentimientos en ello”, agregó. Aunque la tradición se ha disuelto altamente, la abuela y la mamá de Jun-Lin también solían ser plañideras, y debido a las necesidades económicas y el fallecimiento de sus padres, la joven se inició en el campo a la corta edad de 11 años.
Sin embargo, el negocio ha logrado desarrollarse, alcanzando un costo actual de seiscientos dólares por cada actuación. “También ayuda a la gente que no se atreve a llorar, porque todos lloramos juntos (…) No hay nadie en el norte de Taiwán que haga eso y está siendo más exitosos de lo que pensaba“, expresó.
Fuente: El intransigente
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